El caso del progenitor irresponsable.

4 de septiembre de 1899

Sherlock Holmes, dejando a un lado la página de anuncios de The Daily Telegraph, hizo el siguiente comentario.

_Es frecuente que el hombre que ama su profesión por ella misma saque sus más vivos deleites de las manifestaciones menos importantes y mas humildes de la misma. Me resulta agradable observar Watson, que usted se halla tan poseído de esta verdad, que en los pequeños relatos de nuestros casos que ha tenido la bondad de redactar.

Ocurría esto una fría mañana de finales de invierno y nos hallábamos sentados uno y otro al lado de un fuego en nuestra vieja habitación de la calle Baker. Una niebla espesa flotaba a ras de suelo entre las hileras de casas color pardo.

Sherlock Holmes me hecho desde donde estaba una carta arrugada. Estaba fechada en la plaza de Montague la tarde anterior y decía así:

Querido señor Holmes tengo grandísimo interés en hacerme con sus servicios pues mi ex esposo tras conseguir la custodia compartida de nuestro hijo Harold a base de embustes ante su señoría.

No hace otra cosa que poner la integridad de mi Harold en peligro yo no sé si lo hace por qué le divierte provocarme o porque sus cortas luces no llegan a conocer los peligros a los que le expone.

Me agradaría me recibiera mañana en el 221 de la calle Baker sobre las 12.30 de la tarde.

                          Adela Hunter

¿Conoce Ud. a esta joven? -le pregunte.

Si es una antigua clienta hace poco tuve que averiguar dónde vivía su buen esposo después de que tomaran caminos separados.

Bien pudiera ser que el asunto resulte de más interés de lo que usted piensa. Recuerde el caso del infiel indiscreto; pareció al principio un simple capricho, y luego se convirtió en una grave investigación, lo mismo puede ocurrir ahora.

Ojalá sea así pronto se disparan nuestras dudas, porque o yo me equivoco o aquí tenemos a la persona en cuestión.

Al terminar de hablar Holmes se abrió la puerta y entró en el cuarto una Srta. de mediana edad, vestía con sencillez su rostro era de desespero y necesitado y sus maneras presentaban la decisión de una mujer que ha tenido que abrirse por si misma camino en la vida.

Estoy segura de que usted me disculpara por la molestia que le ocasionó nuevamente, dijo al mismo tiempo que mi compañero se levantaba para saludarla, pero me ha ocurrido una cosa de lo más extraña y como no tengo padres ni parientes de ninguna clase a quien consultar, pensé que quizás usted tendría la amabilidad de aconsejarme en lo que debo hacer.

He sido fiel esposa durante dieciocho años tal y como ya le dije en la otra ocasión tengo dos hijos uno ya es mayor de edad y no quiere cuentas con el torpe de su padre el otro acaba de cumplir los nueve es un niño muy espabilado y listo, pero como ya le dije la otra ocasión y para mi desdicha ha de compartir casa con su padre una semana sí otra no.

El niño cuando regresa me cuenta las necedades a las que le somete mi exmarido y temo a veces por su integridad.

El otro día me encontré de regreso del mercado con una vecina que no sé si por preavisarme o quizás con cierta maldad de portera me hizo saber había visto a mi hijo montado en uno de esos trastos que llaman automóviles y que a los mandos iba el descerebrado de su padre, la vecina me indico que los vio bajar del vehículo y que mi pequeño salía pálido del mismo como bien sabe Sr estos vehículos novedosos no son más que de un pasajero ya que aún se encuentran muy pocos por las calles de Londres, y me da congoja y preocupación mi hijo salga maltrecho o que tal vez tengan algún accidente por lo que me gustaría saber si usted podría ayudarme y probar con posterioridad ante su señoría que este Señor no es para nada un buen padre si lleva a cabo este tipo de acciones tan descabelladas.

Holmes se quedó estaba escuchando el relato junto a la ventana, y a mi parecer iba a desechar el encargo dada la simpleza del mismo.

Se incorporó encendiendo su pipa aviejada marrón caoba y dijo Señora Hunter será un placer poner en evidencia a ese sujeto ya lo hice una vez y si porque no volveré a hacerlo pues es bien torpe y no me llevará más que una Jornada.

La Sra. Adela Hunter suspiro y le dioo un gran apretón de manos y se fue aliviada.

 Watson coja el Gabán tenemos que hacer.



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